lunes, 30 de septiembre de 2013

CUANDO HAY QUE PARTIR PARA NO REGRESAR

Me enfrento al teclado con mi cabeza dando vueltas y mi corazón triste, mala combinación es esa si se le añade el miedo.
Ese miedo que todos experimentamos frente al adiós definitivo. Y aunque pocos son los afortunados que pueden pronunciarlo es una desgraciada fortuna que te pone directamente y sin paliativos ante quien se despide y ante ti mismo.
La mayoría de las veces ni siquiera con los que te han dado la vida puede hacerse, y esa vida sin embargo te da la oportunidad de hacerlo con un ser humano que nada, y mucho, tiene que ver contigo.
No consigo imaginar lo que se siente cuando te dicen crudamente que tienes dos semanas como mucho de vida, ni quiero imaginarlo...o sí, no lo sé.
Y yo que soy tan poco cosa he de tener la valentía de hacerlo, de hablarle a la muerte de un ser muy querido para mi que me dice con voz alta y clara, no ya no voy a salir de aquí y me queda poco tiempo, ya te diré lo que tienes que hacer, puedes venir a verme.
Entonces empieza a pasar por tu cabeza como en una película desde el primer momento que vistes a esa persona corriendo hacia ti con sus carcajadas habituales presentándose para después irse corriendo a desayunar, como un torbellino hasta el día de hoy.
Parecias tan débil..... y me ha demostrado que eres más fuerte que ninguna, más mujer que ninguna, más valiente que ninguna, y me siento muy pequeña a tu lado, solo atino a decir que te quiero,  que nunca te olvidaré.
Que nada importa porque en el momento supremo de partir aunque tu cuerpo te abandone, tú has ganado la partida, no te has dejado doblegar hasta y aún así has seguido preocupándote por los demás.
No me sirve de consuelo despotricar contra la vida que se lleva antes a los que menos lo merecen y deja entre nosotros , nada,  paja, polvo,  palabras huecas sin sentido.
No sé que temo más, dejar de verte, ocupar tu mesa como ahora hago, no escucharte, no poder contarte, o el egoísmo de la soledad de ti , o la conciencia de que no siempre habré sido buena contigo, que alguna vez te habré herido y ni siquiera me lo has dicho. Te llevas mucho de mi corazón contigo que tantas veces triste te he volcado para que me ayudaras a llevar su peso, tantas veces que te he llorado por mí y siempre has estado ahí.
Tu no desapareces, no desaparecerás mientras te recordemos, y te vamos a recordar, y echar mucho de menos. ¿Quién nos va a decir las claves que tan bien te sabes de cada compañía? ¿Quién me va a dar un trozo de bizcocho o una ensaimada en la cocina del trabajo? ¿Quién me va a decir que soy gilipollas como me lo decías tú?
Yo siempre con prisa al fumarnos el cigarro en la puerta y tu siempre diciéndome !espera coño!
Quien va a repartir el correo como solo tu sabes hacerlo?
Y tengo que despedirme de ti, y solo se me ocurren estupideces, banalidades, no tengo la capacidad de decirte algo importante y me desespera porque cuando quiera hacerlo ya no podré.
Tu sabes que te quiero? Tu sabes que ninguna fiesta sin ti bailando será igual? Tu sabes que esta navidad cuando hagamos el aperitivo no va a ser igual?
Tampoco sabes cuanta gente se preocupa por ti, ni como te admiran, eres tú sola la que se ha ganado el respeto, admiración y dolor en todo un grupo tan diverso, tan grande, con tantos pensamiento diferentes que eso solo lo puede conseguir una mujer de la cabeza a los pies sencillamente única, como tu.
Al partir, haz lo en paz, con la alegría de haber vivido una vida completa, de dejar tu huella profunda, sin miedo y con el amor de todos.
Allá dónde habites el universo reirá carcajadas contigo.
Te quiero.

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