viernes, 24 de agosto de 2012

COLCHON FAMILIAR

Recuerdo cuando hace 20 años (voy a cumplir 52) cómo en una ocasión y hablando de economía doméstica durante el café de una mañana laboral y con un compañero catalán ( vaya por delante que tengo excelentes compañeros catalanes a los que tengo además de afecto,  cariño) me dijo muy serio, "oye si el alquiler es caro no entiendo por qué tienes que vivir sola, vive con tus padres"......
Este recuerdo me lo ha provocado no una sesión de hinoptismo, un psicólogo, ni siquiera un ejercicio de memoria. Ha brotado como una seta venenosa cuando sé que ahora obra y gracia al llamado "colchón familiar formado por padres y/o abuelos pensionistas ellos normalmente, con pensiones ridículas y su propio vicio de comer, no tendrás derecho a 450 euros , salvo que tengas mujer y una o dos personas más a tu cargo.
Claro, una es de letras y las cuentas no me salen, no sé sumar debe ser (recurriré a los cuadernos aquellos de sumar y restar o a Epi y Blas).
Pero lo cierto es que si en una casa como la mía compuesta de un matrimonio y una mascota al mes en comida y medicamentos se me van fijo a la semana unos 300 euros, tirando por lo bajo porque nuestro paladar es proletario (gracias a la divina naturaleza) y no nos va mucho el marisco o las carnes salvo pechuga de pollo o cintas de lomo, ni el jamón o embutidos,  que uso mucha legumbre, y alguna rodaja de merluza congelada, o trucha, pasta y sopas, no quiero pensar como lo hacen los que tengan una o dos criaturas. Y hablo estrictamente de la comida.
De modo que una vez más me reitero en que el lenguaje es perverso, manipulador, falso, y arma peligrosa.
Por eso aprovecho para decir "malditos sean"

miércoles, 15 de agosto de 2012

ROSITA

Rosita era una  una vecina de mi calle que vivía dos portales por delante de mi casa, su marido y ella llevaban un puesto en el mercado de abastos de Murcia. Tenían una hija Mari y un hijo Alberto.
Siempre jugaba con Mari aunque era unos 10 años mayor que yo, me entretenía entre otras cosas pegándole papel celo en las piernas y encima de labio superior para quitarle vello que no tenia imitando la depilación a la cera, ella se dejaba hacer pacientemente..
Pero sobre todo me gustaba ir a su casa para ver la televisión que nosotros no teníamos.  Recuerdo como veía las series de invasores extraterrestres de entonces y en especial una que era El túnel de tiempo ( si no recuerdo mal el título) túnel por el cual los protagonistas iban a parar a tiempos remotos desde el presente hasta los romanos, el oeste, el futuro, etc ect. Nos poníamos en el sofá que había bajo el mirador y desde el que yo veía el balcón de mi casa.
 Mi padre llevaba la contabilidad de Angel, el marido de Rosita de suerte que los armarios del comedor de mi casa siempre estaban llenos de facturas, recibos, papeles que a mi madre la desquiciaban.
En casa de estos vecinos siempre ponían unas mesas pantagruélicas (o a mí me lo parecían) llenas de comida, fiambres, vino, cerveza, quesos, y  unas fuentes de fruta detrás de las que se me iban los ojos,
Yo era un mico con el que no había que tener mucho cuidado por eso recuerdo a Ángel con sus calzoncillo blancos, muy blancos sin pudor alguno,  durante las siestas de verano yo andaba siempre por allí.
Me gustaba ver los bonitos que colgaban en la terraza para que se curtieran, y me gustaba ver como ella planchaba la ropa. El cuidado con el que doblaba los cuellos de esas camisas igualmente blancas, impolutas, las camisetas masculinas y la ropa de cama.
Una de esas tardes mientras ella andaba lavando la ropa (a mano) yo miraba lujuriosa una fuente con unos racimos de uva impresionantes y con disimulo creí yo, pero no tanto, iba cogiendo granitos del ramo, así a pocos para que no se dieran cuenta, pero con los años me temo que si se la daban y  ahora lo recuerdo con verguenza.
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Recuerdo cuando Mari se echó  novio, un marinero de Cartagena, se casaron y tuvieron un niño al que yo sintiendome importante cuidaba y con el que jugaba. Lo que son las cosas, entonces supuso un drama que el niño tuviera que llevar gafas.
Yo siempre andaba entre las conversaciones de los mayores y por eso supe del drama de las gafas. Como si fuera tonta pero oyendolo y prestando atención a todo, de modo que un día recuerdo como escuchaba la conversación de Mari con mi madre, ella no entendia como se había vuelto a quedar embarazada si había tenido cuidado, yo no sabia muy bien como era aquello pero lo cierto es que no entendia como ella lloraba tanto contandoselo a mi madre.
Luego fue Alberto el que se echó novia, y como de constumbre escuchando lo que no debía, un día me encontré tratando de adivinar por que´razón Rosita había comprado para los reyes magos de su nuera, un aderezo, qe no sabía muy bien que era pero sonaba a algo caro.
Hace una eternidad de todo eso pero lo veo con mis ojos como si lo tuviera delante.

viernes, 3 de agosto de 2012

MARCHANDO UNA DE TARTERA

Este humilde artilugio que pasó de  parecer de épocas antediluvianas a ponerse  de rabiosa actualidad haciendo de necesidad virtud.
Desde los tapes que mi madre compró en aquellas reuniones pioneras de venta a domicilio y de los que conservo ejemplares, pasando por los modernos recipientes que se pueden comprar en grandes superficies y en las socorridas tiendas de "todo a cien/todo a un euro", con mayor o menor frecuencia todos hemos hecho uso de ellos.
Es más en los últimos tiempos quien no hemos buscado en alguna tienda de marca famosa una tartera en plan aventura selvática o picnic sesentero?
En mi centro de trabajo, la empresa, generosa ella, conocedora de que comer de modo normal y medianamente sano cada día y en una hora es harto complicado, nos dotó de una pequeña cocina con sus mesas, microondas, tostadora, frigorífico, en fin lo justo y necesario para apañarnos en ella si nos llevamos nuestra comida.
En la nómina tenemos un apartado mediante tarje ad hoc para la comida que unas veces usamos en el bar del al lado y otras en otros momento si nos llevamos la comida de casa.
Me cuesta trabajo imaginar que ahora, a la vista de que nos llevamos la comida de casa nos quitaran ese plus, o nos pidiera una especie de copago por el uso de la cocina o incluso de los aseos (que también se llevan lo suyo para la limpieza, en papel higiénico con IVA de articulo de lujo )
Y más aún me negaría a creer que se preocupan de mi dieta alegando que si me llevo de casa mi comida me alimento peor que si voy a un bar con menú del día.
Dicho todo lo anterior me parece mísero, vergonzoso, injusto y que debería estar fuera de todo debate lo que los colegios de alguna autonomía quieren hacer con aquellas familias que no siendo dotadas de becas para el comedor, hayan decidido darle a sus hijos una tartera para la comida del mediodía.
A otro toro que este no vale, mamones!