viernes, 3 de agosto de 2012

MARCHANDO UNA DE TARTERA

Este humilde artilugio que pasó de  parecer de épocas antediluvianas a ponerse  de rabiosa actualidad haciendo de necesidad virtud.
Desde los tapes que mi madre compró en aquellas reuniones pioneras de venta a domicilio y de los que conservo ejemplares, pasando por los modernos recipientes que se pueden comprar en grandes superficies y en las socorridas tiendas de "todo a cien/todo a un euro", con mayor o menor frecuencia todos hemos hecho uso de ellos.
Es más en los últimos tiempos quien no hemos buscado en alguna tienda de marca famosa una tartera en plan aventura selvática o picnic sesentero?
En mi centro de trabajo, la empresa, generosa ella, conocedora de que comer de modo normal y medianamente sano cada día y en una hora es harto complicado, nos dotó de una pequeña cocina con sus mesas, microondas, tostadora, frigorífico, en fin lo justo y necesario para apañarnos en ella si nos llevamos nuestra comida.
En la nómina tenemos un apartado mediante tarje ad hoc para la comida que unas veces usamos en el bar del al lado y otras en otros momento si nos llevamos la comida de casa.
Me cuesta trabajo imaginar que ahora, a la vista de que nos llevamos la comida de casa nos quitaran ese plus, o nos pidiera una especie de copago por el uso de la cocina o incluso de los aseos (que también se llevan lo suyo para la limpieza, en papel higiénico con IVA de articulo de lujo )
Y más aún me negaría a creer que se preocupan de mi dieta alegando que si me llevo de casa mi comida me alimento peor que si voy a un bar con menú del día.
Dicho todo lo anterior me parece mísero, vergonzoso, injusto y que debería estar fuera de todo debate lo que los colegios de alguna autonomía quieren hacer con aquellas familias que no siendo dotadas de becas para el comedor, hayan decidido darle a sus hijos una tartera para la comida del mediodía.
A otro toro que este no vale, mamones!

No hay comentarios:

Publicar un comentario