Rosita era una una vecina de mi calle que vivía dos portales por delante de mi casa, su marido y ella llevaban un puesto en el mercado de abastos de Murcia. Tenían una hija Mari y un hijo Alberto.
Siempre jugaba con Mari aunque era unos 10 años mayor que yo, me entretenía entre otras cosas pegándole papel celo en las piernas y encima de labio superior para quitarle vello que no tenia imitando la depilación a la cera, ella se dejaba hacer pacientemente..
Pero sobre todo me gustaba ir a su casa para ver la televisión que nosotros no teníamos. Recuerdo como veía las series de invasores extraterrestres de entonces y en especial una que era El túnel de tiempo ( si no recuerdo mal el título) túnel por el cual los protagonistas iban a parar a tiempos remotos desde el presente hasta los romanos, el oeste, el futuro, etc ect. Nos poníamos en el sofá que había bajo el mirador y desde el que yo veía el balcón de mi casa.
Mi padre llevaba la contabilidad de Angel, el marido de Rosita de suerte que los armarios del comedor de mi casa siempre estaban llenos de facturas, recibos, papeles que a mi madre la desquiciaban.
En casa de estos vecinos siempre ponían unas mesas pantagruélicas (o a mí me lo parecían) llenas de comida, fiambres, vino, cerveza, quesos, y unas fuentes de fruta detrás de las que se me iban los ojos,
Yo era un mico con el que no había que tener mucho cuidado por eso recuerdo a Ángel con sus calzoncillo blancos, muy blancos sin pudor alguno, durante las siestas de verano yo andaba siempre por allí.
Me gustaba ver los bonitos que colgaban en la terraza para que se curtieran, y me gustaba ver como ella planchaba la ropa. El cuidado con el que doblaba los cuellos de esas camisas igualmente blancas, impolutas, las camisetas masculinas y la ropa de cama.
Una de esas tardes mientras ella andaba lavando la ropa (a mano) yo miraba lujuriosa una fuente con unos racimos de uva impresionantes y con disimulo creí yo, pero no tanto, iba cogiendo granitos del ramo, así a pocos para que no se dieran cuenta, pero con los años me temo que si se la daban y ahora lo recuerdo con verguenza.
.
Recuerdo cuando Mari se echó novio, un marinero de Cartagena, se casaron y tuvieron un niño al que yo sintiendome importante cuidaba y con el que jugaba. Lo que son las cosas, entonces supuso un drama que el niño tuviera que llevar gafas.
Yo siempre andaba entre las conversaciones de los mayores y por eso supe del drama de las gafas. Como si fuera tonta pero oyendolo y prestando atención a todo, de modo que un día recuerdo como escuchaba la conversación de Mari con mi madre, ella no entendia como se había vuelto a quedar embarazada si había tenido cuidado, yo no sabia muy bien como era aquello pero lo cierto es que no entendia como ella lloraba tanto contandoselo a mi madre.
Luego fue Alberto el que se echó novia, y como de constumbre escuchando lo que no debía, un día me encontré tratando de adivinar por que´razón Rosita había comprado para los reyes magos de su nuera, un aderezo, qe no sabía muy bien que era pero sonaba a algo caro.
Hace una eternidad de todo eso pero lo veo con mis ojos como si lo tuviera delante.
Siempre jugaba con Mari aunque era unos 10 años mayor que yo, me entretenía entre otras cosas pegándole papel celo en las piernas y encima de labio superior para quitarle vello que no tenia imitando la depilación a la cera, ella se dejaba hacer pacientemente..
Pero sobre todo me gustaba ir a su casa para ver la televisión que nosotros no teníamos. Recuerdo como veía las series de invasores extraterrestres de entonces y en especial una que era El túnel de tiempo ( si no recuerdo mal el título) túnel por el cual los protagonistas iban a parar a tiempos remotos desde el presente hasta los romanos, el oeste, el futuro, etc ect. Nos poníamos en el sofá que había bajo el mirador y desde el que yo veía el balcón de mi casa.
Mi padre llevaba la contabilidad de Angel, el marido de Rosita de suerte que los armarios del comedor de mi casa siempre estaban llenos de facturas, recibos, papeles que a mi madre la desquiciaban.
En casa de estos vecinos siempre ponían unas mesas pantagruélicas (o a mí me lo parecían) llenas de comida, fiambres, vino, cerveza, quesos, y unas fuentes de fruta detrás de las que se me iban los ojos,
Yo era un mico con el que no había que tener mucho cuidado por eso recuerdo a Ángel con sus calzoncillo blancos, muy blancos sin pudor alguno, durante las siestas de verano yo andaba siempre por allí.
Me gustaba ver los bonitos que colgaban en la terraza para que se curtieran, y me gustaba ver como ella planchaba la ropa. El cuidado con el que doblaba los cuellos de esas camisas igualmente blancas, impolutas, las camisetas masculinas y la ropa de cama.
Una de esas tardes mientras ella andaba lavando la ropa (a mano) yo miraba lujuriosa una fuente con unos racimos de uva impresionantes y con disimulo creí yo, pero no tanto, iba cogiendo granitos del ramo, así a pocos para que no se dieran cuenta, pero con los años me temo que si se la daban y ahora lo recuerdo con verguenza.
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Recuerdo cuando Mari se echó novio, un marinero de Cartagena, se casaron y tuvieron un niño al que yo sintiendome importante cuidaba y con el que jugaba. Lo que son las cosas, entonces supuso un drama que el niño tuviera que llevar gafas.
Yo siempre andaba entre las conversaciones de los mayores y por eso supe del drama de las gafas. Como si fuera tonta pero oyendolo y prestando atención a todo, de modo que un día recuerdo como escuchaba la conversación de Mari con mi madre, ella no entendia como se había vuelto a quedar embarazada si había tenido cuidado, yo no sabia muy bien como era aquello pero lo cierto es que no entendia como ella lloraba tanto contandoselo a mi madre.
Luego fue Alberto el que se echó novia, y como de constumbre escuchando lo que no debía, un día me encontré tratando de adivinar por que´razón Rosita había comprado para los reyes magos de su nuera, un aderezo, qe no sabía muy bien que era pero sonaba a algo caro.
Hace una eternidad de todo eso pero lo veo con mis ojos como si lo tuviera delante.
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