Me alegra, y mucho que haya iniciativas para donar alimentos a diversas organizaciones asociaciones, o lo que sea, me alegra y reconforta.
Sin embargo mi mirada que de un lado hacia el contrario o el intermedio, ve que efectivamente hay gente mucha gente, demasiada gente, al borde de la indigencia y que necesita desesperadamente ayuda, de parte de la oficialidad y de parte de los particulares como todos nosotros.
Cada vez más y a mayor velocidad, los que hasta ahora nos reconsiderábamos, gente trabajadora que aún con mucho esfuerzo, o algún esfuerzo da igual, llegábamos y llegamos a final de mes, estamos en un limbo dónde todo es gris y no ves salida.
Los que salimos a trabajar y dicen que tenemos que dar gracias aún cuando es un derecho fundamental que entiendo no requiere de agradecimiento, tenemos además que dar una mínima imagen, tenemos que compartir con compañeros las recaudaciones de turno por una mamá reciente, por una boda de un compañero, la puta lotería de Navidad, el puto café de la mañana, etc etc etc. De tal modo que a veces (no muchas para no hundirte en la más profunda angustia) por no decir siempre, vas tirando del bolsillo. Y cada vez que tiras del bolsillo para tales menesteres te acuerdas de la pieza dental que no te has puesto, del gimnasio que por salud no por estética has dejado porque aunque sean 40 euros los destinas a la factura del teléfono, en las bananas que compras más baratas que los plátanos...y podría seguir mucho más.
Y me doy cuenta de que lo que nos da es vergüenza mostrar nuestra imposibilidad de llevar el ritmo hasta habitual, y no sabes como hacerlo sin que te miren con cara lastimosa o que en silencio te dice "eres de la cofradía del puño".
Y nos da vergüenza porque creemos que perdemos dignidad como hombres y mujeres simplemente.
Apuesto lo que queráis que si no nos vieran o identificaran no serían los pobres desgraciados que no tienen trabajo los que rebuscan en los contenedores comida a punto de caducar.
Todo esto para decir que es fantástico y he contribuido con mi firma a la petición de que los supermercados no tiren comida y la destinen a las asociaciones y lugares antes mencionados.
Pero que hacemos con los que nos consideramos normalitos en esta anormalidad que vivimos?
Hay países con gestiones buenas y que dejan intacta la dignidad de la gente.No queremos limosna, queremos con nuestros medios seguir viviendo dignamente. Esto no significa que queramos ni siquiera calidad, mucho menos excelencia.
A mi me la refanfifla llevar vaqueros de 8 euros todo el año (gracias a que aún puedo llevarlos sin hacer el ridículo), o camisetas de 6 euros. Voy limpia y decente.
A mi me da igual comer mortadela o paella de marisco, café marcilla o hacendado o bonka que es más barato. Me da igual comprar cada día lo que necesito para mantener liquidez hasta la próxima nómina.
Pero me pregunto e insisto: ¿por qué no recoger firmas para que los super habiliten espacios para comida a consumir de inmediato a menos precio?, así la pensionista sigue visitando su supermercado como el resto de la gente, humildemente pero comprando, ejerciendo su derecho a consumir sin pedir. Creo que es en Berlin o no sé que otro país dónde lo hacen, y esto sin excluir las donaciones.
Por qué no vender revistas que entretienen a nuestras abuelas aunque estén pasadas de fecha a menos precio?
¿Porqué pagar un menú del día entero si no te lo comes entero, y no te facilitan automaticamente que te lleves lo no consumido y te sirve de cena?
Por qué no incentivar los mercadillos en todos los barrios para que la gente se deshaga de lo que no usa intercambiándolo por otra cosa con el vecino?
Hace dos días hablé con una prima que será concejala en un ayuntamiento por un partido que nada tiene que ver con la derecha, y hablando de todo esto me decía ¿pero no te das cuenta prima de que si queremos sobrevivir estamos abocados al socialismo por necesidad? pero al socialismo de verdad, alejado del partido, creado y reinventado haciendo de la necesidad virtud, todos juntos prescindiendo de jerarquías, de administraciones, no nos sirven, no nos ayudan, solo nosotros podemos hacer un nudo fuerte reinventandonos para vivir con dignidad.
Sin embargo mi mirada que de un lado hacia el contrario o el intermedio, ve que efectivamente hay gente mucha gente, demasiada gente, al borde de la indigencia y que necesita desesperadamente ayuda, de parte de la oficialidad y de parte de los particulares como todos nosotros.
Cada vez más y a mayor velocidad, los que hasta ahora nos reconsiderábamos, gente trabajadora que aún con mucho esfuerzo, o algún esfuerzo da igual, llegábamos y llegamos a final de mes, estamos en un limbo dónde todo es gris y no ves salida.
Los que salimos a trabajar y dicen que tenemos que dar gracias aún cuando es un derecho fundamental que entiendo no requiere de agradecimiento, tenemos además que dar una mínima imagen, tenemos que compartir con compañeros las recaudaciones de turno por una mamá reciente, por una boda de un compañero, la puta lotería de Navidad, el puto café de la mañana, etc etc etc. De tal modo que a veces (no muchas para no hundirte en la más profunda angustia) por no decir siempre, vas tirando del bolsillo. Y cada vez que tiras del bolsillo para tales menesteres te acuerdas de la pieza dental que no te has puesto, del gimnasio que por salud no por estética has dejado porque aunque sean 40 euros los destinas a la factura del teléfono, en las bananas que compras más baratas que los plátanos...y podría seguir mucho más.
Y me doy cuenta de que lo que nos da es vergüenza mostrar nuestra imposibilidad de llevar el ritmo hasta habitual, y no sabes como hacerlo sin que te miren con cara lastimosa o que en silencio te dice "eres de la cofradía del puño".
Y nos da vergüenza porque creemos que perdemos dignidad como hombres y mujeres simplemente.
Apuesto lo que queráis que si no nos vieran o identificaran no serían los pobres desgraciados que no tienen trabajo los que rebuscan en los contenedores comida a punto de caducar.
Todo esto para decir que es fantástico y he contribuido con mi firma a la petición de que los supermercados no tiren comida y la destinen a las asociaciones y lugares antes mencionados.
Pero que hacemos con los que nos consideramos normalitos en esta anormalidad que vivimos?
Hay países con gestiones buenas y que dejan intacta la dignidad de la gente.No queremos limosna, queremos con nuestros medios seguir viviendo dignamente. Esto no significa que queramos ni siquiera calidad, mucho menos excelencia.
A mi me la refanfifla llevar vaqueros de 8 euros todo el año (gracias a que aún puedo llevarlos sin hacer el ridículo), o camisetas de 6 euros. Voy limpia y decente.
A mi me da igual comer mortadela o paella de marisco, café marcilla o hacendado o bonka que es más barato. Me da igual comprar cada día lo que necesito para mantener liquidez hasta la próxima nómina.
Pero me pregunto e insisto: ¿por qué no recoger firmas para que los super habiliten espacios para comida a consumir de inmediato a menos precio?, así la pensionista sigue visitando su supermercado como el resto de la gente, humildemente pero comprando, ejerciendo su derecho a consumir sin pedir. Creo que es en Berlin o no sé que otro país dónde lo hacen, y esto sin excluir las donaciones.
Por qué no vender revistas que entretienen a nuestras abuelas aunque estén pasadas de fecha a menos precio?
¿Porqué pagar un menú del día entero si no te lo comes entero, y no te facilitan automaticamente que te lleves lo no consumido y te sirve de cena?
Por qué no incentivar los mercadillos en todos los barrios para que la gente se deshaga de lo que no usa intercambiándolo por otra cosa con el vecino?
Hace dos días hablé con una prima que será concejala en un ayuntamiento por un partido que nada tiene que ver con la derecha, y hablando de todo esto me decía ¿pero no te das cuenta prima de que si queremos sobrevivir estamos abocados al socialismo por necesidad? pero al socialismo de verdad, alejado del partido, creado y reinventado haciendo de la necesidad virtud, todos juntos prescindiendo de jerarquías, de administraciones, no nos sirven, no nos ayudan, solo nosotros podemos hacer un nudo fuerte reinventandonos para vivir con dignidad.
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